martes, enero 26, 2010

Carta al más allá (a un amigo muy querido)

Aún cuando convencido que partes de este mundo para una vida mejor, el saber que ya no estarás aquí, cerca a nosotros para compartir y darnos vida me entristece mucho.

Sé que no debo llorar, pero es imposible ante recuerdos que no volverán a ocurrir y que ya no podremos compartir de a dos como antes. Solo espero que a partir de mañana todo sea mejor y de alguna manera te pueda ayudar a concluir la obra que iniciaste en la tierra.

Y es que fuiste fuente de fortaleza, alegría, esperanza y fe para muchas personas, querido amigo Tato, amigo fiel y sincero, el hermano que nunca tuve y que me acompañó desde muy temprana edad, al que metí en problemas más de una vez y quien no tuvo miedo de salir perdiendo con el afán de protegerme, amigo mío que te llevas una deuda muy grande que no supe pagar, por lo mucho que me diste y quizá lo poco que te pude dar.

Pero tal como te dije, espero cuidar de los tuyos y esta vez hacer al menos algo bien, solo te pido que estando cerca a Dios, guíes mis pasos, no me abandones ni permites que me olvide de ti y de los que más quieres.

Espero volver a verte ahí donde estás y que en ese momento no te haya decepcionado, siento que pude haber hecho mucho más y no lo hice, no se por qué, pero como tambien sabes no puedo retroceder el tiempo y como dice mi hermano carnal... el hubiera no existe.

Eres y serás el hermano que nunca tuve desde temprana edad, yo, tu compañero de Black Flowers que solo sacó un casette con un piano de 32 teclas, el que quizá nunca supo demostrar su cariño por miedo a derramar una lágrima delante tuyo y el que te vio partir en paz.

Amigo Tato, te voy a extrañar, mucho, muchísimo, agradezco a Dios por poner a persona tan buena en mi camino, pero al mismo tiempo me regocijo, sabiendo que estás en un lugar donde no existe dolor ni pena y donde puedes pedir y velar en forma directa por los que más quieres.

Dios no tiene manos, solo tiene nuestras manos... cuenta con las mías.

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